La historia de La Calleja

Publicado el 6 de febrero de 2025, 21:28

La historia de La Calleja: un rincón lleno de historias

 

Hay calles que llevan nombres grandiosos en los mapas, nombres que evocan amplitud y grandeza. En un pequeño pueblo de León, había una calle con un nombre imponente: Travesía de la Calle Real. Si alguien la leía en un documento oficial, imaginaría una vía larga, llena de casas y bullicio.

Pero en realidad, era un rincón diminuto, casi un susurro entre las calles del pueblo. Solo dos casas, la de mis bisabuelos y la de su hermano. Unos treinta metros de largo y, al final, un muro que cortaba cualquier intento de travesía.

En el pueblo, nadie la llamaba por su nombre oficial. Para todos, era simplemente La Calleja.

Un rincón pequeño, pero siempre lleno de vida

La casa de mis bisabuelos no era una casa cualquiera. Era el epicentro de mis veranos, un lugar donde siempre había movimiento, voces y risas. Allí se reunían mis primos, mis tíos, mis abuelos, mis padres y mis hermanas. Era una casa donde nunca estabas solo, donde las historias se contaban entre platos compartidos y tardes eternas de juegos.

Cada verano, las dos casas de La Calleja parecían latir con más fuerza. El calor subía entre las paredes de piedra, los olores de la cocina se mezclaban con el aroma del campo, y los días pasaban entre historias que se contaban de generación en generación.

Un nacimiento en La Calleja

Aquel rincón no solo guardaba recuerdos de veranos felices, sino que también fue el lugar donde nació mi madre. Su madre viajó desde Madrid hasta León para que naciera allí, envuelta en la calidez de su familia.

Quizás por eso, aunque La Calleja era pequeña y olvidada en los mapas, para mí siempre fue el centro de algo mucho más grande.

De un rincón a una marca artesanal

Cuando tuve que elegir un nombre para mi proyecto, no lo dudé: La Calleja era la elección perfecta.

Porque mis casitas de cerámica no son solo objetos decorativos, sino pequeños refugios llenos de historias. Como aquella calle, son diminutas, pero guardan en su interior recuerdos, emociones y momentos que merecen ser contados.

Cada casita es única, como lo era esa calle sin nombre en los documentos oficiales, pero llena de significado para quienes la conocieron.

La esencia de La Calleja

La Calleja no es solo un nombre. Es la calidez de los veranos en familia, es la risa de los primos, es el murmullo de generaciones compartiendo historias en una casa que nunca estaba vacía.

Es el recuerdo de un rincón diminuto que, a pesar de su tamaño, nunca dejó de estar lleno de vida.

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