Sobre La Calleja: Un rincón donde nacen historias
La Calleja es un espacio donde la cerámica se convierte en historias. Aquí no hay moldes ni producciones en serie: cada casita es única, creada a mano con paciencia y cariño.
Este proyecto nació de una idea sencilla: crear pequeños mundos en cerámica, donde cada casa tuviera una historia propia. Desde siempre me ha fascinado la idea de que los objetos pueden guardar recuerdos, emociones y significados más allá de su forma.


Lo que empezó como un simple experimento con arcilla creció hasta convertirse en un universo de pequeños mundos en cerámica. Cada casita tiene su propia esencia, con formas, detalles y texturas que la hacen única. No hay dos iguales, porque cada una guarda una historia irrepetible.
La Calleja: Un rincón con nombre propio
En los mapas, la llamaban "Travesía de la Calle Real", un nombre que sugería una gran avenida o un paso concurrido. Pero cualquiera que hubiera puesto un pie en ella sabía que aquel nombre no le hacía justicia.
Era solo un pequeño rincón, apenas 30 metros de largo, con dos casas que parecían contarse historias al caer la tarde. Al final, un muro cerraba el paso, como si la calle hubiera decidido que allí terminaba su mundo. Y en el pueblo, nadie la llamaba por su nombre oficial. Para todos, era simplemente "La Calleja".
Fue allí donde nació mi madre, en la casa de su abuela, envuelta en la calidez de su familia. Y años después, cuando tuve que elegir un nombre para mi proyecto, no encontré uno mejor. Porque La Calleja es eso: un rincón pequeño, lleno de historias, donde cada casa tiene algo que contar.
